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01 junio 2009

La sagrada Alemania


Por Juan Carlos Eurea

Que me acusen de no tener "objetividad". Métansela por el culo, yo me quedo con mi deustchland uber alles in der welt. Desde el principio de los tiempos, Alemania no solo es un país y una región, es un estilo de vida: es algo simple: ser macho o hembra, y joderse como los buenos y morir o matar, más nada.

Los argentinos hablan de su maldito tango de mierda que provoca cortarse las venas, los brasileños hablan de su samba y cuando te das cuenta, estás cogido por dos travestís, justo como le pasó a Ronaldo, que ahora está asustado porque cree que puede tener sida. Tampoco es la fiesta brava española, maricas de mierda, incapaces de preñar a sus hembras, cosa que hacen los árabes y los sudacas venidos de lejos sedientos de dinero y futuro.

No, mi Alemania es otra cosa.

Que es una mierda comparada a la del 86, sí. De hecho, si jugaran un partido, la mannschaft de hoy con la de ese año, seguro que los de Rumeniegge le dan una paliza de 10-0 a los de ahora, con coñaza incluida, porque al menos sé que Frings, Lahm, Klose, Podolski, Friedrich y Baumann (cuando lo dejan jugar) y claro, por dios, Metzelder, dicen: "si nos vas a ganar, sufre, coño de madre".

Porque el fútbol alemán quiere transformarse en la cagada moderna de hoy en día, cuando se cree que el reggueton es música y que romper con tu palabra es ser flexible. A la mierda con eso. El problema del fútbol alemán es que se ha dejado contaminar por otros sistemas. ¿Cómo putas un argentino cobarde termina liderando la defensa de Munchen? Y De Michelis es buen futbolista, pero no está a la altura del fútbol alemán. Si el Bayer hubiera tenido a Frank Baumann, el Barça no le hubiera metido de a 4. Si ya no tuvieran de 10 a un brasileño (cargo que lo ejerce Kevin Kuranyi) no se dependiera para la producción ofensiva de un Michael Ballack, cansado de correr tanto y dar y recibir tanta leña.

Ballack debería jugar delante de la defensa, como un líbero, aunque no lo sea. Le queda perfecto: desde allí puede coñacear al rival o dar un pase arrecho o correr y recibir para disparar, porque eso es el fútbol alemán: caerse a coñazos sin coba alguna y definir. Más nada. En 1954, Hungría, en primera ronda le metió 8 pepazos a Alemania, que sólo mojó dos veces. Pero en la final, Alemania 3, Hungría 2. Y hoy en día, Fritz Walter es un nombre que inspira respeto y gloria, tanto como Guiseppe Meazza (cuando Italia tenía dignidad y valía algo) o Guillermo Stábile (y eso que no fue campeón del mundo) o Schiaffino (que dijo, en pleno Maracaná, en la final ante Brasil: "vamos a ganarle a estos macacos") o Matthias Sindelar (simplemente, el mejor 9 de la historia del fútbol).

Pero no. Diego, el brasileño, es el 10 del Bremen (menos mal que Juan ya jugó con Brasil, si no lo viéramos jugando al lado de Metzelder). Diego es el 10 más prendido que hay jugando en Alemania. En la defensa, bueno, ya que lo mencioné, Juan dejó una gran gusto jugando en el Leverkusen, donde siempre salvó a los suyos de grandes desastres. Quisiera volver a De Michelis, para rescatarlo un poco: este argentino es una pasta, defiende, corta y ataca. Se da en la cancha y no le teme a las situaciones difíciles... Claro, eso es fútbol alemán. <>mannschaft.

Aún así, te amo, mi sagrada Alemania. No sabes lo feliz que me haces cuando escucho la Deutsches lied y veo a los equipos ante tu maquinaria blanca negra. Volvamos a ser unos patanes que sólo tenemos que concentrarnos para hacer el trabajo cueste lo que cueste.
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