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31 marzo 2009

Contra Mourinho o El Final del Fútbol


Por Jesús Ernesto Parra

Todo límite es, a su vez, inicio y final. Así como las rayas laterales son límite del terreno de juego, el entrenador de una oncena futbolística puede convertirse en inicio o fin futbolístico de su equipo. Cuando el entrenador cruza la raya –teórica y física– e invade el terreno, el fútbol se acaba. Y comienza la comedia. O peor, comienza Mourinho.

En el mundo del fútbol de micrófono y close-up, Mourinho es el rey. Mou, para los íntimos, es la personificación de una de las plagas que está mandando a la mierda lo poco que queda del fútbol: los Directores Técnicos. Mourinho es un Director Técnico, no un entrenador.
Los entrenadores forman equipos y los hacen trabajar, los directores técnicos diseñan equipos y siguen una tabla. Una figura infame y tecnocrática que impone una dictadura extra-futbolística y que aprovecha coyunturas para hacer lo que nunca se debe hacer en el fútbol: maltratar jugadores, endilgarse triunfos ajenos y, sobre todo, decir que quien hace el fútbol es el hombre de la corbata, y no los Drogba, Decos, Ibrahimovics, y Adrianos, que inflan las nóminas de los equipos que tienen la mala suerte de tener a ese señor dirigiendo sus bancas.

Así como hay un ligera pero definitiva línea entre el talento y el genio; existe una división –de igual calidad y efecto– entre la personalidad –como virtud– y el personalismo –como vicio. En el campo de fútbol, estas categorías no se pierden sino que toman dimensiones épicas o patéticas, dependiendo de los casos. Mourinho es sin duda alguna un ejemplo del último. Mourinho es de los que piensa en los jugadores como números, fichas, o ganado. No por nada sus inicios en el fútbol no son como jugador sino como anotador en la banca. No por nada el oficio que más rentas le otorga no es el de Director Técnico, es el de agente deportivo. Mourinho es un ganadero del fútbol. Por eso no es de extrañar que con una delantera tan contundente como la que tiene el FC Internazionale Milano, llene los demás puestos con los jugadores africanos más caimanes, o peor, con jugadores que parecen africanos caimanes, aunque hayan nacido en otras tierras, como Maicon y Balotelli. Un equipo para la foto, para los medios, para la cotización financiera. Pero no para la conducción, la estrategia y la profundidad de una liga.

El reduccionismo de Mourinho es el fin de la era de los jugadores de fútbol y el inicio de la época de los ganaderos. O de los intelectuales del fútbol. Es decir, gente que nunca jugó, o que no sabe jugar, o que simplemente no quiere a la gente que –de verdad– juega el fútbol. Mourinho es el líder de esa práctica infame que llevan personajes como Bielsa, Cúper, Van Gaal, Capello, Valdano, y de cosecha local: Farías.

Sentémonos a mirar cómo los Directores Técnicos hunden el balompié, y como Mourinho se llena la boca y el bolsillo. Miremos cómo Ibraimovich se queda sin Champions League, y cómo una cada vez más desinflada Vinotinto vuelve a sus fantasmas del pasado. La culpa, lo acabo de escribir. Lo demás, fue fútbol.
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1 comentario:

María Rodríguez dijo...

Valdano no sabe jugar al fútbol? Valdano está léjos de esa infame compañía que le endilgas.